* La sonrisa fingida, las lágrimas
pintadas. Hasta su mirada es una caricatura.
Albert lleva cincuenta y tres años
viviendo una mentira.
De joven su corazón latía al ritmo
del espectáculo, al son de los aplausos y de los focos de la pista
central. Se enamoraba cada noche de cualquier muchacha que ocupara el
asiento 3 o 7 de la primera fila. Se echaba a dormir el último y se
despertaba el primero. Albert no cejaba en limpiarse el barro día
tras día, pueblo tras pueblo, espectáculo tras espectáculo. Y
acarreó y tiró del alma envuelto en una sinfonía de trompetas y
redobles de tensión.... hasta la noche de un jueves .
Dicen que fue por culpa de un amor.
A partir de esa noche la sombra de
Albert fue más negra. Su cara, sus ojos, necesitaron más y más
maquillaje para ocultar sus miedos. El odio y el rencor, sin saber
porqué apareció en la vida de Albert.
Miraba cada vez con más frecuencia el
fondo de un vaso de whisky. Las malditas cartas del póker y los
usureros sin escrúpulos pusieron a Albert en lo más alto de sus
listas.
El foco de la pista central ya no
iluminaba la estrella de Albert. Aquel foco enseñó a todos que el
joven payaso buscaba los rincones oscuros y con olor a tabaco y
alcohol .
Marie, un amanecer, mientras paseaba a
orillas de un manso río, se topó con los despojos quebrados y rotos
de un payaso, de ojos amoratados y rodillas partidas como pago de una
deuda que no le eximió de la siguiente.
De su voz ensangrentada, de sus labios
hinchados, sólo se le oyó decir:
- Que siga el espectáculo..!!
Dicen que fue por culpa de un amor.
Marie lo recogió, le curó las heridas
y le limpió el alma. Mientras, Albert sonrió de nuevo, se reflejó
en los ojos de aquella mujer de pelo corto y negro y otra vez
reclamaba los focos de la pista central. Albert buscó de nuevo sus
momentos mágicos en el circo de su vida.
Marie volvió a ser nadie, a pasear
sola como llevaba haciendo años. Marie volvió a llorar lágrimas de
soledad. Aquella estrella desvanecida que recogió echa una piltrafa
un amanecer junto a un río unos meses atrás, recobraba de nuevo la
luz y sobre todo la distancia.
Marie se miró al espejo, suspirando,
asfixiada. Aquel espejo sensato y verdadero le mostró la tristeza y
la soledad, y le enseñó otra vez esa alma negra que tanto le ocupó
ocultar al mundo. Marie de nuevo se vio, tal y como realmente era.
Una noche de sábado, Marie le regaló
a su querido payaso, una botella de whisky y un asiento en una mesa
de póker.
Ya jamás aquel viejo payaso se levantó
de allí, a su espalda Marie vive una vida inventada, como la cara de
Albert, como los sueños rotos. Sueños de dos despojos que se
encontraron a la orilla de un manso río.
Dicen que la locura de un viejo
payaso fue por culpa de un amor.
Yo creo que el espejo, noche tras
noche, le mostró a aquél payaso mientras se maquillaba para el
espectáculo, su verdadera condición.
* Edward Hopper
(Nyack, 22 de julio de 1882 - Nueva York, 15 de mayo de 1967) fue un famoso pintor estadounidense, célebre sobre todo por sus retratos de la soledad en la vida estadounidense contemporánea. Se le considera uno de los pintores de la escuela Ashcan, que a través de Arshile Gorky llevó al expresionismo abstracto posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Un saludo queridos y queridas vecinas.....
2 comentarios:
Buena composición para los "Cuentos de un museo"
Pues si amigo Pp, me gustó esa mezcolanza de arte y literatura.
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