HABLANDO DE HIPOCRESÍA
Qué tal queridos vecinos, llevo tiempo
mascullando este artículo y llevo tiempo intentado sacarlo del cajón
al que lo llevo preso y oculto de la luz día tras día.
Hablemos de HIPOCRESÍA, ¿porqué no?,
si el sr. Benito Pérez Galdós, o el ilustre Balzac humanistas,
filósofos, literatos realistas pudieron hablarlo, contarlo y
escribirlo y hasta muchos de ellos hacerse celebres por tratar un
tema tan cotidiano. ¿Porqué no podemos hacerlo ahora?, vosotros,
yo, simples ciudadanos, simples peatones que no tenemos nada que
perder y mucho menos que ganar. ¿Porqué no podemos hablar de ese
adjetivo? Adjetivo con el que nos levantamos cada día y nos
acostamos entre sus brazos cada noche. HIPOCRESÍA.
El maestro Galdós nos lo mostró sin
pelos ni señales, sin adornos ni florituras literarias, simplemente
narró lo que sus ojos vieron a diario. ¿Qué es lo que ha cambiado
desde sus palabras de finales del IX, a esta mañana de nubarrones y
ventiscas? En lo que a la terminología de la hipocresía se refiere,
en nada, tan sólo ha pasado el tiempo. Eso si, el hábitat, el mundo
de la HIPOCRESÍA ha crecido en personas, en ese mundo nos hemos
reproducido salvajemente, cada vez somos más, tantos que nos estamos
expandiendo hacia otros mundos más volubles, y con consecuencias
nefastas, los estamos conquistando sin derramar ni una sola gota de
sangre, -nuestra claro está-.
Cómo todos sabéis dispongo de una
atalaya privilegiada. Este balcón, que dependiendo el día, está a
mil metros de altura, o si no, a tan sólo dos o tres metros del
suelo. Me permite narrar, estudiar, y contemplar, y sobre todo,
escrutar el devenir de esos peatones, de esos ciudadanos que
habitamos este mundo de nombre Hipocresía y de apellidos Hipócrita
de la Hipocresía.
Esta crisis en la que vivimos ahora en
España, en Europa, en las personas civilizadas, es un placebo que
nos viene muy bien para tirar balones fuera y no asumir nuestras
culpas o nuestras miserias.
“Yo soy el mejor, tú eres el
culpable de todo”. Este es el lema nuestro mundo.
Esto, en cada noche para conciliar el
sueño, en cada cucharada de potaje que nos tragamos mientras vemos
inmutables las noticias, en cada encontronazo con el vecino en el
ascensor, en cada saludo de buenos días al sr, Manolo al que odias
porque se compró un coche hace dos años, en cada ojeada que le
lanzas de pestañas envenenadas a la mamá de Martita porque hoy
viene divina de la muerte la muy...
Repito, por si no me oyen los del
fondo: “Yo soy el mejor, el más alto, el más rubio, el más listo
el más....y tú, tú no sabes de nada y además eres un mindundi que
no tienes ni idea y eres el culpable de todo lo que nos sucede
alrededor”
Qué bien se vive en este mundo
hipócrita. Es un placer, es como estar en una depresión crónica,
donde todos son los malos y yo el bueno.
Lo bueno de este mundo de hipocresía
es que no tiene escala social, como en otros mundos. Aquí el rico es
hipócrita, rico, pero “mega” hipócrita. El pobre....el pobre es
pobre y todo en él son pulgas y garrapatas. Pero eso sí, pulgas
hipócritas y garrapatas gordas e hinchadas de hipocresía.
La clase media de este mundo es de
lujo. Es en la que más personas vivimos. Háganse una idea, en este
rango entran desde el afilador en bicicleta, hasta monarcas y
fontaneros. Figúrense, médicos, enfermos, ladrones, políticos,
hermanos, vecinos, carteros, deshollinadores de chimeneas, seguidores
del Barsa y del Madrid, ejecutivos, alcohólicos, maltratadores,
notarios, no sé, la lista es bastante larga y amplia por los cuatro
costados, le podéis añadir aquellos que seguro que conocéis
perfectamente. Es dentro de este segmento donde si se pueden
diferenciar algunos grados o escalas sociales, que dependiendo el
volumen o nivel de hipocresía que tengas, vas estar o no, en lo alto
o en lo bajo de esta escala.
Ahora estamos en nuestro mejor momento,
parece el cenit de nuestra premisa social. Peluquerías, barras de
bar, puestos del mercado, colas del INEM, bufete de abogados, pasos
de cebra con semáforos. Allí donde se junten más de dos personas,
allí se despliega nuestro gen y lo impregnamos todo y a todos los
que nos rodean.
- Qué si la culpa es del alcalde, que el alcalde culpa a Junta, que la Junta al gobierno Central, en Madrid le echan la culpa de todo a los catalanes, los catalanes a las subvenciones y al PER, los del PER los mataban a todos los que sale por la tele por gandules. La del tercero izquierda dice, que eso es cosa de la alemana que nos tiene manía, pero su cuñado que estuvo seis meses trabajando, bueno, en el ayuntamiento, le dijo que los obispos y los de la iglesia se lo estaban llevando tieso. Tieso, averigua tú lo que quería decir el cuñado de la del tercero izquierda. Hasta al rey le han echado la culpa, el hombre, que ha sido el único que ha dicho que no lo volverá hacer más, aunque ese debía de saber lo de su yerno, eso en las cenas cuando te juntas, tienes que saberlo se ve, pero seguro que no quería decir nada, por la niña, para que no se enfade no vaya a ser que no venga el domingo a comer arroz, por que eso es así, que ellos son como nosotros, que te piensas tú.
Ejemplos hay muchos, como gente que
habita en esta clase media de este mundo. Metáforas,opiniones,
suposiciones, correveidiles, conjeturas, esto es como el culo, cada
uno tiene el suyo, y cada uno vale y cuenta en devenir del día a día
de este planeta.
Algo tengo claro, esto no funciona. En
algo estamos fallando pues esto ya chirría demasiado. Unos
trescientos dirigentes, arropados bajo la bandera de la democracia y
de la libertad, están imputados por corrupción. Jueces, abogados,
médicos, catedráticos, intelectuales, no están dando la talla en
sus competencias. Por otro lado, el trabajador base, el ciudadano
medio, “la plebe vulgarmente hablando”, no aportamos nada y no
hacemos otra cosa que mirar hacia otro lado, en algo estamos
fallando. Si en la ciudad en la que vivo, el botellón, el consumo de
alcohol por menores, el consumo de estupefacientes ilegales, y la
violencia juvenil se hace justo en las narices de la policía
municipal, en algo estamos fallando. Si el único denominador común
que nos une en esta sociedad tanto en lo bueno como en lo malo es el
maldito dinero, en algo estamos fallando. Si hemos perdido una
generación de jóvenes y vamos camino a perder otra y no somos
capaces de solucionarlo, en algo estamos fallando. Si tenemos las
viviendas llenas de aparatos de aires acondicionados que no podemos
usar porque no poder pagar el coste de la luz y cocheras llenas de
vehículos parados pues la gasolina cuesta más que el jamón...¿en
que hemos fallado?.
Yo tengo mucho más que decir de lo
hipócrita que soy, pero ya es hora de intentar dormir y si ustedes
quieren seguiré en otro momento, y si no quieren, también. Además
ahora me tengo que poner la bufanda, las botas de agua y agarrarme
con un arnés para salir al balcón a tender este texto, pues la
ciclo-génesis explosiva, está en plena forma en estos instantes.
Perdonad vecinos por el alargo del
texto, pero es que está la situación un tanto rara y un servidor
está bastante caldeado.
Besos y abrazos, ustedes sin
amontonarse y si enfadarse, se los reparten gustosamente pues hay
para todos y todas.
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