Hay que tener suerte hasta en las sabanas que te tocan en la cuna.
Estoy junto a tres infantes visionando una de esas pelis animadas en las que todo vale. El ventilador respira suavemente y su cabeza gira a dos revoluciones por minuto, con calma, acomodando la estancia.
En estas películas la filosofía está bien clara – hacer el bien, un futuro mejor, premiar el sacrificio y el trabajo...-
Los pequeños engullen con los ojos como platos todo lo que sale por sus mil colores y durante un par de horas dejan de ser solo ellos, dejan de ser pequeños emperadores a lo que todo les satisfacemos. Estoy tranquilo y feliz al ver sus ojos perdidos dentro de las mil pulgadas que reparten amor y cordialidad. Las risas se mezclan con el zumbido del ventilador y todo está bien.
Esta tarde la prima de riesgo la dejé en el lavavajillas con el último plato. A Bankia la guardé en el congelador junto al trozo de barra de helado - a ver si se le pega algo del chocolate y de la nata -. La educación y la sanidad se quedaron en el jamonero vacío, con un suspiro, recordando aquellos días repletos.
Pero esta tarde está todo bien en mis veinticuatro metros cuadrados de salón. El sofá repleto de evasión y felicidad, el ambiente a sus grados justos, ni más ni menos, detrás de un portazo, en la cocina, la crisis, los recortes, las reformas, los políticos... Pero mi corazón no late como ayer o como antes de ayer, y no por su dolencia crónica, más bien por los treinta dos niños muertos a cuchillo en Siria.
Desgraciadamente la suerte o el destino comienza a los dos segundos de nacer. Si el que busca tú llanto lo hace gentilmente y te acuna entre sabanas limpias y a mamá ya no le duele tanto. Ya puedes llorar bien fuerte para luego reír de felicidad, pues tu vida pasará por un trabajo incasable por parte de padres y de los que te rodean para que seas feliz.
Pero si el que busca tu llanto lo hace con las manos desnudas, ensangrentadas y con un delantal con más de cuatro partos esa mañana, con un coran mal entendido en el bolsillo de atrás, o una biblia como excusa para hacer el mal colgada en su cuello en forma de cruz. Pues llora, pero llora en silencio, como el resto de tu corta vida, y buscate un rincón en sombra para sobrevivir un día más.
Pasamos por lo alto por verdaderas injusticias, nos regodeamos de nuestras miserias - creo -, para no mirar hacia donde realmente hay que mirar. Todavía hay países bajo represiones y conceptos equivocados de lo que es la vida y sus ciudadanos no importan. Ya no sé, si nuestra libertad es real o es inventada, o peor aún, impostada. Viendo o leyendo lo que sigue ocurriendo en estos países, donde la vida de un niño vale menos que un par de cajas de balas, realmente ya no sé que pensar. Siria, Yemen, el Sahel, Sierra Leona, Afganistán, etc, etc... Esto que pasa es real??, cómo desde los estamentos internacionales se permite??
Quiero pensar, - me agarro a ello- que esto acabará algún día, espero que no muy lejano.
Ojalá la suerte o el destino de un niño no empiece por quién le hace llorar, ojalá llegue el día que la suerte o el destino de un niño se la busque el mismo, rodeado de alternativas, de puertas y de conocimientos, y de la libertad para que ellos escojan la puerta que quieran abrir.
Ahora jugamos a las cartas, después de ver una película en la que han inventado una maquina que hace que llueva comida – buen invento -. Mis pequeños no se han enterado de lo que sucedió ayer en Siria a niños de su edad. No sé si será bueno o malo que ellos lo sepan. No sé si ese es el principio de esta libertad inventada, callar o no callar, enseñar o no enseñar, esa es la cuestión.
Ruego un pensamiento ALEGRE para estos niños, y todo lo malo para sus asesinos.....
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