TERMINOLOGIA
Desde hace un tiempo vivimos bajo las premisas y arquetipos que rigen nuestra sociedad.
Influenciados por normas no escritas, por símbolos y términos que marcan, quiera uno o no, las pautas ha seguir.
Desde mi balcón, esta tarde y nadando por los tejados, sólo veo nuevos términos. Terminologías impuestas que nos crean unos precedentes y nos predisponen para el quehacer del día a día.
La Terminología se hizo presente en nuestro lenguaje alrededor del 1930. Un científico alemán unificó términos dentro de la lengua de la ciencia para así comprender y asimilar mejor los conceptos, funciones y resultados que los avances dentro de la misma se estaban produciendo sin parar durante aquellos primeros años del siglo pasado. Con este método, los tecnicismos, el vocablo en ocasiones enrevesado de la ciencia y el dialecto exclusivo de unos pocos entró en mezcolanza con el lenguaje coloquial y acercó aún más la ciencia al ciudadano normal.
“Reacción en cadena”, “carga positiva”, “combustión liquida”, “mecanismo hidráulico”.... Se han unido varias palabras y lo hemos entendido mejor.
Últimamente está pasado que aquello que en su día tuvo importancia y se le dio la relevancia que merecía, hoy se la hemos quitado por completo, algunos valores, algunos conceptos básicos de respeto y vergüenza, de convivencia cívica, en gran medida todos estos valores han desaparecido o están en proceso de extinción. Cierto es que la propia evolución o progreso ha hecho que términos o acciones o aptitudes, hoy no tenga el valor que tuvo antaño, pero también es cierto que a los jóvenes hay que enseñarles a mirar en el espejo de ayer. A esa generación inalambrica, a la generación de Internet y del móvil, a la generación donde el barça y la selección española lo ganan todo, a esa generación que no para de ver éxito tras existo de los deportistas españoles, a esa generación que le preguntan extrañados a papá donde va cada mañana tan temprano, a esos que después de una fiesta y cuando el sol está apunto de salir, se cruzan con mamá en el rellano de la escalera y la ven con su uniforme, o delantal, o traje de chaqueta, o con un mochila a la espalda y no saben, ni aprecian hacia donde va su madre, a todos estos hay que mostrarles la vida tal y como es, sin más engaños, ni más artificios. Papá y mamá trabajan de sol a sol, hoy, ayer, mañana y pasado mañana y no pasa absolutamente nada esa es la vida que conocemos los seres normales. Es verdad que queremos lo mejor para nuestros hijos, pero no hacemos nada malo, solo trabajar e intentar aportar algo.
Nunca fuimos dioses atletas, nunca antes pasamos por el lunes sin darle importancia como estamos haciendo ahora, nunca antes nos encogimos de hombros y dejamos que otro cargará con nuestra negligencia, como hacemos ahora.
La terminología ha perdido el valor de su concepto inicial, ya no nos ayuda entender, ya no nos ayuda a valorar, ahora simplemente nos limita a vivir bajo su forma lingüística.
“OBSOLESCENCIA PROGRAMADA” -término acuñado a caso echo, con resultados terribles-
“MALA PRAXIS” - terminología nefasta que usamos sin darle la mayor importancia -
“TENEMOS LO QUE NOS MERECEMOS” - de esta ya estoy un poco harto, bajo este término todo está perdonado o asumido, pues mira, por mi parte, no-
“FALTA DE RESPONSABILIDAD” - terminología asociada a la no educación inicial y familiar-
“VOLATILIDAD DE LA PRIMA DE RIESGO” - que me lo expliquen -
“ESTADO DE BIENESTAR” - que me lo expliquen aún más -
Se puede continuar hasta el infinito. Todos términos para que los lerdos aprendamos a vivir en este mundo impuesto y en ocasiones innecesario. No sé quien dijo: “ El ciudadano, independiente y único es un ser extraordinario, evolutivo, creativo, ingenioso, responsable y vivo. Pero el ciudadano colectivo, global, aglutinado se ha convertido en lento, inactivo, miedoso y envidioso” (creo que esto no lo dijo nadie, bueno lo he dicho yo ahora).
Desde mi balcón, esta tarde, solo veo terminologías revoloteando por lo alto de los tejados, por lo alto de las cabezas de mis vecinos, iluminados cómo si fueran carteles de neón. Yo tengo en lo alto de mi sesera ahora mismo el de “MALA PRAXIS” como un cartel de McDonald.
Desde mi balcón veo asentimiento, dejadez, conformidad, latidos lentos e insonoros, hasta veo justificación y resignación, veo la tristeza y la desgana en cada gesto y paso que da mi vecino.
Debemos mostrar el espejo de ayer a estos jóvenes de porcelana. También debemos mostrar el espejo de antes de ayer a lo no tan jóvenes. Sí, estos no tan jóvenes que creen que sus actos no tienen importancia, que nada tiene valor y que mañana sale el sol. Está claro el sol saldrá mañana pero aquí, no hace tanto, hermanos y primos se mataban entre sí y el rencor y el terror campaban a sus anchas y el sol tardó cuarenta años en salir.
Ojalá dejemos en paz a la terminología hacer su trabajo, ojalá no nos enganchemos a esta droga de diseño, a estas acciones impuestas que nos invaden en nuestra forma de vivir, estos términos.
VIVE Y ….... SÉ FELIZ.....
“SOCIEDAD DEL VECINO” -mientras que yo esté mejor que mi vecino, ya se puede caer el cielo que me da igual, ahora como se compre un coche nuevo, ya me está tocando los hue...-
“POLITICAMENTE CORRECTO” - es la falacia más grande jamás escrita antes-
“LIBRE COMERCIO” - tomadura de pelo de dos o tres-
….. y así hasta el infinito.
Un saludo y buenas noches..................
1 comentario:
Está bien eso de ir descolgando palabras y frases hechas del florido pensil de los distintos argots profesionales y hacer como entendemos de una cosa si metemos unos cuantos tecnicismos en forma de morcilla indigesta.
Lo de la prima de riesgo. Ahora resulta que el enemigo, pese a los errores de todo orden cometidos en casa, está fuera y no es cosa de mandar a los cruzados a pelear contra los mercados que, como los enemigos de don Quijote, a saber qué son.
Siempre nos queda la ilusión de que eso expertos fallen como una escopeta de caña y nos encontremos con un milagro a la vuelta de la esquina o del otoño y no sea verdad lo de la larga espera, incluso de una segunda recesión.
Mala praxis laboral. Sin negar que haya tolerancia con algunas situaciones concretas de mala praxis laboral, la pregunta, obvia, es que si esto se considera un mal endémico de nuestro país, ¿por qué no se denunció antes? ¿O es que, cuando el hormigón florecía, los que ahora se quejan estaban encantados de que sobraran funcionarios en unos ayuntamientos comprensivos con las recalificaciones y encantados de dispensar licencias?
Las críticas hay que hacerlas cuando se detecta que algo va mal y no cuando ese mal nos perjudica personalmente al cabo de los años. Es la diferencia entre lo general y lo particular, entre una ética objetiva y una subjetiva, dudosamente respetable aunque pueda alertar de patologías ciertas.
El estado de bienestar, el Welfare State, que ahora se quieren cargar, con el con que de la Merkel, el Sarkozy y el Tea Party.
Bueno y lo demás, la apatía de parte de la juventud y no tan juventud es el resultado de haber pasado de una sociedad autoritaria a una sociedad absolutamente laxa en cuestiones de autoridad.
A los adolescentes y jóvenes en general se les permite todo, todo está bien si a ellos les da la gana, estamos criando a la generación de irresponsables, mimados y consentidos más vasta jamás contemplada. La educación reglada se ha convertido en una avenida para el rápido tránsito de los chavales, previamente despejada de todo lo que signifique esfuerzo, dificultad o compromiso. La educación familiar es con frecuencia inexistente, pues volcados en hablar a los chavales de sus derechos nadie les habla de sus obligaciones. Los padres en general, y admito los errores de toda generalización, son una panda de acomplejados que evitan a su prole la experiencia enriquecedora del trabajo, de la austeridad, de la lucha y del posible fracaso, no sea que se nos traumaticen los pobreticos y sufran, angelitos míos.
Y lo peor es que luego vendrán los que le ofrecerán trabajos de mierda, pero mientras estén los padres para guardarles las espaldas, todos contentos.
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