lunes, 20 de enero de 2014

ENTRE PUCHEROS Y CAFÉS....

Hoy, esta tarde, ha sido de esos momentos por los que vale la pena todo este trabajo.

Hace un mes y medio, aprovechando un evento infantil en la Biblioteca Pública Provincial de Jaén, convenimos en ir los componentes del club de lectura infantil-mixto "El Puchero de los Cuentos" a tal evento.
Una vez allí - en la biblioteca - preparé un visita con los niños/niñas y sus respectivas madres a que conocieran a un colectivo de escritores aficionados, que cada lunes se reúne en torno a un texto, en dicha biblioteca. Este colectivo se llama "Café de Palabras". Y allí, en ese momento, y sin tan siquiera planearlo, nació un momento de mágico.
No sé cómo, pero entre el revuelo de pequeños/as preguntando a adultos sobre lo que escribían, y estos a la vez comentado los libros que estábamos leyendo en el club. Surgió el reto. Y el reto no era otro que hacer un escrito con el inicio que ellos propusieron:
" Érase una vez un niño ( o niña) llamado....que encontró una ánfora en la orilla del mar".
Ese fue el inicio del reto, del cuento, que tanto niños y niñas, papás y mamás debíamos de escribir. Y por supuesto, nosotros no íbamos a ser menos, así que también les retamos y les propusimos que escribieran bajo las premisas de un disparador creativo (que ellos se tomaron al pie de la letra) que no era otro que el titulo del libro que estábamos leyendo en club en ese momento:
"La Formidable Fabrica del Miedo".
Pues así salimos esa tarde de la biblioteca de Jaén. Unos con el inicio de un cuento, y otros, con una idea abstracta sobre un cuento infantil.

Esta tarde nos hemos reunido de nuevo en la biblioteca para llevar acabo esta gran fiesta de las letras.

Niños jugando como adultos, y mayores volviendo a ser infantes por unos momentos, y todo alrededor de las letras, de las palabras, de la cultura.
Al ver niños y niñas que han escritos sus relatos. Mamás nerviosas leyendo sus líneas escritas, inventadas durante estas fiestas navideñas para cumplir con ese pacto creado. Y aficionados al revuelto de adjetivos y verbos, de predicados y sujetos, peleando con un cuento infantil porque en un momento dado, en un instante, hubo un momento de magia entre personas que no nos conocíamos de nada. Que tan solo nos une nuestra afición a la literatura. Realmente por momentos me emocioné.

Esta tarde ha valido la pena el trabajo que hago en pos del fomento a la lectura y escritura.


Fin de fiesta.....

 Leyeron, y leímos en el atril. Atril donde se leen las cosas importantes en ese estamento cultural. Gracias a la Biblioteca por cedernos tan estupendo salón de actos para este evento.
Aquí Juan Antonio ("Café de Palabras") lee su texto, y atento un componente del "Puchero de los Cuentos".
Bea ("Puchero de los Cuentos"), lee su cuento con ganas, con entusiasmo, divirtiendose.











Yo, con el corazón repleto, os dejo mi cuento, para haceros participes si cabe de lo que allí pasó esta tarde.


 
           EL CUENTO DE LA LUNA………. Wiwi.-
 
Érase una vez un niño llamado wiwi que encontró un ánfora junto a la orilla del mar.
Era una tarde fresca de finales de verano. El niño, sin saber porqué, se sentó junto aquella vasija medio enterrada, y contempló como el sol, poco a poco, descendía en el horizonte. Wiwi no dijo nada en toda la tarde, es más, ni tan siquiera movió la cabeza. Sus ojos puestos en el mar y en el cielo, y el color de la tarde se desmoronaba a la vez que el astro sol desaparecía. Pasó tres horas o más, allí, sentado, inmóvil.
El ánfora, casi sepultada en la arena, enseñaba aquella gran boca en forma de círculo, con sus bordes cerámicos que parecían unos labios a punto de hablar. Pero en su interior solo había oscuridad, profundidad, silencio. Como un pozo infinito.
Wiwi, esa tarde, con un guiño se despidió de su gran amigo el sol. Este, agradecido, acarició la cara del pequeño con su último rayo de luz. Un poco de alivio y calor en esa anochecida fresca de finales de verano.
De repente, en un suspiro, en un instante, se hizo la noche. El cielo, que hacía pocos minutos radiaba de azules y dorados, se engalanó con su mejor vestido negro, largo. El cielo esa noche, sacó del armario su vestido de luto.
Qué rara era aquella noche. ¡¡ No recordaba wiwi una noche, tan noche como esa, tan oscura!! Nunca antes el niño vio una noche tan triste.
Miró al final del mar, miró por encima de su cabeza, miró a un lado y miró al otro, y aquella noche, definitivamente, era la noche más noche de todas las que contempló el niño en toda su vida.
Un escalofrío recorrió su espalda. Tragó saliva, estaba nervioso y tenía una sensación rara, como un miedo inexplicable. Se arrascó la cabeza, y pensó que algo malo estaba sucediendo. La noche no respiraba, se decía, no hacía nada de aire. Es más, pensaba que la noche estaba ciega, porque por más que miraba, por más que giró su cabeza hacía todos los lados, por más que buscó con sus ojos en el cielo negro, no encontró por ningún lado a la luna.
Miraba asustado y extrañado el cielo triste y mudo de aquella noche fresca de finales de verano, cuando del ánfora se oyó el llanto de una niña.
  • ¿Quién eres, por qué lloras?
  • Soy una niña y llevo siete días aquí metida, aquí encerrada. Me han castigado.
  • ¿y quién te castigó, fue tú papá, o fue tú mamá?
  • Fue mi padre.
  • ¿y qué hiciste para que te castigara?
  • Nada, bueno si. Sólo quería conocer la luz del mediodía, y una noche, no regresé a casa. Estuve tres días escondida, observando a mi padre, persiguiéndolo, admirando su luz, su color, esa fuerza que tiene, y sobretodo, saboreando aquel aroma de mediodía que jamás había olido.
  • ¿y quién es tú padre, y porqué te ha encerrado en esta ánfora?
  • Mi papá es el sol, y yo soy la luna. Y con el alma rota por lo que iba hacer, y la voz ahogada en un llanto, me dijo que este castigo era la única manera que él conocía para que yo comprendiera lo que había hecho. Quería enseñarme lo importante que soy y que yo no me puedo ir sin más dejando la noche sola. Me dijo, que sin mi luz, la noche desaparece en el olvido de los hombres, y el mundo, poco a poco, muere de tristeza. Y ahora lloro, y lloro porque mi padre lleva razón, porque después de siete días aquí en esta oscuridad, noto que mi corazón late con menos fuerza, y con más tristeza.
  • ¿y de que manera te puedo ayudar querida luna?
  • Pues si pudieras romper esta ánfora….
Y colorín colorado, de nuevo la noche se ha iluminado….y este cuento se ha acabado…!!
 
Besos y abrazos vecinas y vecinos. Espero veros pronto por este balcón abierto al aire fresco....

7 comentarios:

MarinaDuende dijo...

¡Cuánto siento no haber podido ir, con la ilusión que me hacía!
Me gusta que lo hayáis pasado bien y espero estar en otro momento con tod@s vosotr@s.
¡Precioso cuento Peter!
Un abrazo

A vuelapluma dijo...

Muy buena la idea y el cuento Wiwi. Aver si la próxima vez estoy. Gracias por la idea, y el trabajo de ponerla en práctica. Saluda a tu Puchero de mi parte.
Un abrazo.

JACC dijo...

Una tarde inolvidable y muy divertida. Por momentos nos vimos reflejados en esos niños y niñas. Todos ellos con sus caras expectantes... Realmente gratificante. Saludos

Unknown dijo...

Sí que merece la pena, trabajar y conseguir estos resultados tan abrumadores. Niños que son escritores, madres que comparten el tesoro que son sus hijos. Adultos que se vuelven niños y todos con mariposas en el estómago y amapolas en el corazón.
Cultura, bendita cultura.

wiwi73 dijo...

Un gustazo verdad..?
Es bueno sentir que por esos mundos de dios hay gente con las mismas ganas de aportar que yo. Lo dije allí y me reitero. "Los niños moverán el mundo y el futuro" y en la cultura, y en la literatura está que ese futuro merezca la pena.
Gracias a las mamás que fueron valientes y ejemplo.
Gracias al colectivo "Café de Palabras" por prestarse y se emprendedores, y por seguir echándole una hoja de laurel a las lentejas...
Y sobretodo, que esa gracia les dure mucho tiempo a las niñas y al niño del "Puchero de los Cuentos", que cuanto más le dure, más libres serán....

San dijo...

Una tarde encantadora, disfrutada minuto a minuto. Gracias WiWi por darnos la oportunidad de compartir con vosotros. Las letras unen, aquí está un claro ejemplo.
Un abrazo.

CESAR dijo...

Ha sido una tarde diferente y muy especial. Nunca habíase visto una mezcolanza tan diversa de café, en un puchero, de palabras y de cuentos. Con más de 25 cuentos por delante y una hora y media para escucharlos, no quedó tiempo para otra cosa. Y todos nos admiramos complacientes. Hay más ideas diferentes en la lectura de esta tarde, que a mí me hubiese gustado tenerlas.¡Qué ideas y pensamientos más rebuscados y también sencillos, pero que no reparamos en ellos. Nunca he visto colaborar a tanta gente y con edades tan distantes. Ha sido un día único, yo diría que marca un hito en la historia personal de cada uno y en el de la biblioteca. Gracias a todos. ¡Yo deseo que nos copien!, incluso sin que nos enteremos.