No me importa desvelarme por la noche,
si lo que me quita el sueño es el bienestar de mi familia, ayudar a
un amigo o amiga, o preocuparme para que todo vaya bien en mi
trabajo.
A eso lo llaman responsabilidad.
Pero esta palabra la han maltratado a
lo largo de la historia.
Hubo un tiempo que la responsabilidad,
la verdad y el honor caminaban juntas de la mano. Los románticos
(que no somos pocos) todavía caminan por el mundo a lomos de un
viejo rocín orquestando nobles batallas y contiendas en pos de la
verdad, el honor y el amor.
Hoy dicen que el valor real del
significado de esa palabra no tiene sentido ni base alguna, y sobre
todo, que no tiene fundamentos, o al menos eso es lo que nos están
haciendo creer.
Qué tiempos aquellos, donde ese
sustantivo en su forma más arriesgada y verdadera formaba parte de
nuestra cultura, de nuestra enseñanza. Formaba parte de nuestra base
social, y nuestra acciones y palabra eran más valiosas que todo el
papel firmado.
Eso fue el declive de esta palabra,
tener que firmar tus actos o tú palabra porque una rubrica en papel
es más importante que nuestra propia voz.
RESPONSABILIDAD
Hemos infravalorado y perdido el
respeto a esta palabra, hasta tal punto que nos la hemos quitamos
de encima cuando nos ha apetecido, como si de una manta llena de
pulgas se tratara, y todo lo aprendido de ella, se esfuma como el
humo de una colilla pisoteada.
Pero es curioso, vivimos de esta
palabra, nos jactamos de ella por la cantidad de responsabilidad que
somos capaces de desempeñar. Profesionalmente hablando, nuestro
estatus económico y social, depende o dependerá del grado o nivel
de responsabilidad que tengamos.
La responsabilidad que tenemos con
nuestra familia, con nuestros hijos y con su educación, con
procurarle su correcto estado físico, con su calidad de vida día
día. La responsabilidad que tenemos con nuestra pareja, con los
amigos, con nuestros vecinos, con nuestros compañeros de trabajo o
clase. Son muchos los campos y estados donde se requiere que el uso
correcto de esta palabra sea fundamental para el convivir en esta
sociedad.
Tiene mucho valor esta palabra.
Un padre y una madre son responsables
de sus hijos, en todos los aspectos, en cuidarlos y, en como serán
en día de mañana.
Un profesor es responsable de
procurarle la mejor educación en ese momento al alumno o alumna.
Un médico, una cirujana, un pediatra,
una ginecóloga. Son responsables de la calidad de la vida individual
y colectiva de nuestra sociedad.
El arquitecto es responsable de crear
un hogar estable y duradero....
Con este lado bueno de la
responsabilidad podría estar hasta el infinito, pues esta palabra
está en todos y cada uno de nuestro manuales del bien hacer las
cosas del día día, tanto literal y enumerado bajo disciplina
impuestas por normativas, como de forma abstracta o por el
sentimiento individual que cada uno tenga al respecto o sea capaz de
desarrollar ante la sociedad.
El pasado 24 de julio en España se
hizo la oscuridad. 79 estrellas perdieron su luz cuando viajaban en
un tren con destino a sus vidas. Ocurrió en Santiago de Compostela,
por antojos del destino, pues pudo pasar en Toledo, Guadalajara o
Córdoba , o en cualquier punto del territorio español.
Un hombre salió al frente, y de su
voz, sin hacer falta ninguna firma en un papel, asumió toda la
responsabilidad de aquel desastre, (mucho desastre para un sólo
hombre para mi).
Ahora, el juez, perplejo por el
funcionamiento de tan particular transporte bala, llama a la puerta
de los altos cargos y directivos de este transporte bala, que tras
sus enormes mesas de roble, o pino, o caoba, lo primero que hicieron
fue sacudirse la manta de pulgas de encima.
Que tragedia esa tarde a tres
kilómetros de su destino, que injusta es esta vida aveces.
Contra los accidentes y la casualidad
no podemos luchar, pero si podemos y debemos coger de la corbata de
aquel o aquella que por su inoperancia y su falta de responsabilidad
hicieron de ese accidente una excusa y no fueron capaces de asumir
sus responsabilidades.
Queridas y queridos amigas y amigos.
Podemos, no, debemos de exigir la máxima responsabilidad de
aquellos que están a nuestro alrededor.
Empezando por uno mismo y siendo fiel y
justo con lo que hacemos y diferimos a los demás, podemos, es
más, debemos de exigirle al que esté a nuestro lado que sea
responsable de sus actos, para lo bueno y para lo malo.
Y por favor, aquellos y aquellas que
nos miran por encima del hombro, que su estatus les protege del bien
y del mal, están equivocados, no vale protegerse dentro de una manta
llena de pulgas y después tirarla sin más.
Aquel accidente fue una tragedia, pero
muchos, creo, escurren el bulto y se sacuden las pulgas.
Buenas noches vecinas y
vecinos.........