Han pasado un millón y medio de parados. Han pasado
fraudes por subvenciones a dedo, y subsidios al mejor jamón de regalo. Han
pasado cursos formativos para trabajadores mal informados de que ese curso era
la manera más válida para desvalijar las arcas de nuestra autonomía. Ha pasado
que mi ciudad y provincia esté en la cabeza del paro, del desempleo juvenil, y
los primeros del déficit público del estado español. Han pasado 35 años para
que me digan hace una hora, que “ya vamos
a cambiar, que vamos hacerlo bien, que los malos son muy malos y nosotros somos
muy buenos…” me lo acaban de decir entre vítores y aplausos hace unos
minutos.
Ha pasado que han cambiado el poder judicial por el
antojo de unos pocos. Han pasado de los trabajadores y de sus derechos sin más
explicaciones. Han dilapidado los recursos sociales, culturales y democráticos porque
si, y echándome la culpa a mí de todo. Han vuelto a remover el miedo del pueblo.
Ha pasado un Barcenas, un Gurtel y un instituto Noos. Han vuelto a blandir
banderas para recordarnos el miedo. Han vuelto a tratar al pueblo español como
si fuéramos niños pequeños e
irresponsables incapaces de tener decisión y criterio. Han vuelto hombres feos
y con un grave problema de ego a decidir sobre el cuerpo y la mente de la
mujer. Han subido la luz, la gasolina, el agua, el pan y la harina. Han bajado
el sueldo, la autoestima y la voz del pueblo. Han abofeteado la cara de la
sociedad con un guante de acero. Han robado, evadido, defraudado, manipulado,
gobernado con autoritarismo y se han creado una forma de vida impune y sobre-elevada
a costa de la mayoría del pueblo dócil y
respetuoso. Ha vuelto la iglesia repicando campanas. Han vuelto a echarme la
culpa de vivir por encima de mis posibilidades, después de pagarles todos los
impuestos abusivos. Ha saltado gente desde sus balcones avergonzadas por un
desahucio injusto. Ha vuelto a ganar la banca, la banca siempre gana. Han
vuelto a poner de moda la maleta del emigrante español. Ha vuelto la vendimia
francesa y el barrer la terraza de un bar en Berlín. Han vuelto a no dejarnos decidir. Han vuelto a
separar a España en fronteras, idiomas y banderas. Y de nuevo, han vuelto a
echarme la culpa de todo. Ha vuelto Pujol, Aguirre, González. Han vuelto a
implantar el miedo. Ha vuelto a ser un lujo la sanidad y ha vuelto a ser una
doctrina la educación.
Ha pasado, qué no sé lo que pasará con el futuro de mis
hijos.
Y hoy, a plena luz del día, entre micrófonos y
noticiarios locales, autonómicos y estatales, estos mismos personajes que han
conjugado el verbo “hacer” a su antojo durante los últimos cuarenta años. Me
han llamado a mí….
RADICAL.