Hace días que no veo la televisión.
El jazz de Chalie Parker suena a llanto amargo. Se acabó el tabaco,
y ahora fumo esos puros rancios de bodas olvidadas en cajones
olvidados. El cubo de basura se ha perdido dentro de más basura,
basura que se desparrama por el suelo de la cocina, que se apoya en
los muebles he intenta, como una montaña, llegar arriba, a la
encimera. Encimera repleta. Encimera atiborrada, que como un diario,
describe fielmente la decadencia de los últimos veinte días en este
piso.
Ya huele en esta casa, ya el olor pesa.
Ya las comisuras de mis labios están resecas y agrietadas, y en mi
lengua no hay humedad alguna.
Resoplo, jadeo torpemente. Al final de
mi respiración se oye la asfixia, como un fuelle roto. No sé si es
de día o de noche. La luz del sol no entra en el piso. La bombilla
de la salita parpadea impertinente, como si tuviera un tic nervioso,
y me daña los ojos, pero no puedo apagarla, me da miedo la
oscuridad.
Este debe ser el principio de la
soledad, o el final de mi vida.
Aquella madrugada oí y conté todas
las horas de la maldita campana de la iglesia. Aquellas campanadas de
las cinco de la madrugada fueron crueles e interminables, infinitas.
El lado de tú cama estaba vacío. Con
tú hueco ahí, cruel y callado, frío como el mármol de un nicho.
No estabas ni a las tres ni a las ocho de la mañana. No estabas en
toda la noche. Y te busqué, te busqué desde hacía horas. Desde ese
mediodía que tú adiós se ahogó envuelto en aquel portazo,
portazo sin una mirada atrás, sin ninguna palabra.
Me fumo las colillas de los ceniceros
improvisados que pueblan ahora todo mi hogar. Mi hogar huérfano de
ti desde hace días. Me quemo los dedos al intentar encenderlas. Me
arde el corazón. Me pesan los tobillos de arrastrar lo pies que han
abierto un surco ya por estas baldosas, pasillo, cocina, salón.
Vuelta a empezar. Pasillo, cocina, salón.
Y tú no estás, no llamas, no te veo
en tú lado de nuestra cama. No te siento en mi boca, en mis labios.
No recuerdo tu sabor.
Aquella noche, a las 6.45 h, ya llevaba
cuatro cafés y el lado de tú cama aún estaba vacío. Me arrastré
al trabajo ese día por inercia, por puro hipnotismo de la rutina.
Los apuntes contables se perdieron en un limbo. Y el móvil no me
traía noticias de ti. No sirvió de nada clavar mis ojos en aquella
pantalla durante horas, durante días. Tú no estabas. Y mi intuición
se vistió de duda, de incertidumbre. Se vistió de mal presagio. Y
joder, no suelo fallar en mis presentimientos.
La nevera solo enfriaba la desolación.
Nada, ni un trozo de miseria que echarse a la boca. Tan solo dos
cigarrillos, apagados, retorcidos, fríos, fumables aún.
Me convencí que esa iba a ser la
última llamada que te haría. Miraba al espejo, los ojos encendidos,
aquel respirar asfixiado. Si, te llamaría por última vez y, pasara
lo que pasara volvería a la vida, con todas sus consecuencias.
Llevo veinte días sin saber nada de
ti. Y me temo lo peor.
Cuando llegué a casa, le dabas vueltas
con la cuchara a una sopa espesa y medio muerta. No levantaste los
ojos del plato. A mi no me salían las palabras. Me senté a tú
derecha, como siempre, como en nuestra cama, como en tú coche. Mi
rodilla tocó la tuya bajo la mesa y, se quedó allí un rato, junto
a ti. Yo no hablaba, pero mi rodilla te tocaba.
Levantaste la cabeza lentamente, tus
ojos mudos se posaron en los míos, vidriosos, cristalinos. Dejaste
escapar una lagrima que saltó al cuenco de sopa.
Todavía oigo el portazo y mi voz
gritando: -¡¡ESPERAA...!!- revotando por el pasillo.
Comencé entonces a llamarte, a
recordarte. A perderte.
La frente pegada en el frío espejo. Vi
por el interior de mis ojos, vi el dolor. Y te llamé por última
vez.
El teléfono en el oído y aquellos
pitidos incasables, una y otra vez, una y otra vez, como los latidos
que no quieren parar en mi corazón. Y el silencio gritando por aquel
pasillo por aquel hilo telefónico. - ¡¡ESPERAA...!! revotaba por
el pasillo, por mi cabeza. No estabas, y nunca estarás jamás.
Engañarte con aquella desconocida un
mes atrás, fue el error más grande que he cometido. Y estoy pagando
las consecuencias....
....feliz noche vecinas y vecinos.....