Hace un mes y medio, aprovechando un evento infantil en la Biblioteca Pública Provincial de Jaén, convenimos en ir los componentes del club de lectura infantil-mixto "El Puchero de los Cuentos" a tal evento.
Una vez allí - en la biblioteca - preparé un visita con los niños/niñas y sus respectivas madres a que conocieran a un colectivo de escritores aficionados, que cada lunes se reúne en torno a un texto, en dicha biblioteca. Este colectivo se llama "Café de Palabras". Y allí, en ese momento, y sin tan siquiera planearlo, nació un momento de mágico.
No sé cómo, pero entre el revuelo de pequeños/as preguntando a adultos sobre lo que escribían, y estos a la vez comentado los libros que estábamos leyendo en el club. Surgió el reto. Y el reto no era otro que hacer un escrito con el inicio que ellos propusieron:
" Érase una vez un niño ( o niña) llamado....que encontró una ánfora en la orilla del mar".
Ese fue el inicio del reto, del cuento, que tanto niños y niñas, papás y mamás debíamos de escribir. Y por supuesto, nosotros no íbamos a ser menos, así que también les retamos y les propusimos que escribieran bajo las premisas de un disparador creativo (que ellos se tomaron al pie de la letra) que no era otro que el titulo del libro que estábamos leyendo en club en ese momento:
"La Formidable Fabrica del Miedo".
Pues así salimos esa tarde de la biblioteca de Jaén. Unos con el inicio de un cuento, y otros, con una idea abstracta sobre un cuento infantil.
Esta tarde nos hemos reunido de nuevo en la biblioteca para llevar acabo esta gran fiesta de las letras.
Niños jugando como adultos, y mayores volviendo a ser infantes por unos momentos, y todo alrededor de las letras, de las palabras, de la cultura.
Al ver niños y niñas que han escritos sus relatos. Mamás nerviosas leyendo sus líneas escritas, inventadas durante estas fiestas navideñas para cumplir con ese pacto creado. Y aficionados al revuelto de adjetivos y verbos, de predicados y sujetos, peleando con un cuento infantil porque en un momento dado, en un instante, hubo un momento de magia entre personas que no nos conocíamos de nada. Que tan solo nos une nuestra afición a la literatura. Realmente por momentos me emocioné.
Esta tarde ha valido la pena el trabajo que hago en pos del fomento a la lectura y escritura.
Fin de fiesta.....
Leyeron, y leímos en el atril. Atril donde se leen las cosas importantes en ese estamento cultural. Gracias a la Biblioteca por cedernos tan estupendo salón de actos para este evento.
Aquí Juan Antonio ("Café de Palabras") lee su texto, y atento un componente del "Puchero de los Cuentos".
Bea ("Puchero de los Cuentos"), lee su cuento con ganas, con entusiasmo, divirtiendose.
Yo, con el corazón repleto, os dejo mi cuento, para haceros participes si cabe de lo que allí pasó esta tarde.
EL
CUENTO DE LA LUNA……….
Wiwi.-
Érase
una vez un niño llamado wiwi que encontró un ánfora junto a la
orilla del mar.
Era una
tarde fresca de finales de verano. El niño, sin saber porqué, se
sentó junto aquella vasija medio enterrada, y contempló como el
sol, poco a poco, descendía en el horizonte. Wiwi no dijo nada en
toda la tarde, es más, ni tan siquiera movió la cabeza. Sus ojos
puestos en el mar y en el cielo, y el color de la tarde se
desmoronaba a la vez que el astro sol desaparecía. Pasó tres horas
o más, allí, sentado, inmóvil.
El
ánfora, casi sepultada en la arena, enseñaba aquella gran boca en
forma de círculo, con sus bordes cerámicos que parecían unos
labios a punto de hablar. Pero en su interior solo había oscuridad,
profundidad, silencio. Como un pozo infinito.
Wiwi,
esa tarde, con un guiño se despidió de su gran amigo el sol. Este,
agradecido, acarició la cara del pequeño con su último rayo de
luz. Un poco de alivio y calor en esa anochecida fresca de finales de
verano.
De
repente, en un suspiro, en un instante, se hizo la noche. El cielo,
que hacía pocos minutos radiaba de azules y dorados, se engalanó
con su mejor vestido negro, largo. El cielo esa noche, sacó del
armario su vestido de luto.
Qué
rara era aquella noche. ¡¡ No recordaba wiwi una noche, tan noche
como esa, tan oscura!! Nunca antes el niño vio una noche tan triste.
Miró
al final del mar, miró por encima de su cabeza, miró a un lado y
miró al otro, y aquella noche, definitivamente, era la noche más
noche de todas las que contempló el niño en toda su vida.
Un
escalofrío recorrió su espalda. Tragó saliva, estaba nervioso y
tenía una sensación rara, como un miedo inexplicable. Se arrascó
la cabeza, y pensó que algo malo estaba sucediendo. La noche no
respiraba, se decía, no hacía nada de aire. Es más, pensaba que la
noche estaba ciega, porque por más que miraba, por más que giró su
cabeza hacía todos los lados, por más que buscó con sus ojos en el
cielo negro, no encontró por ningún lado a la luna.
Miraba
asustado y extrañado el cielo triste y mudo de aquella noche fresca
de finales de verano, cuando del ánfora se oyó el llanto de una
niña.
- ¿Quién eres, por qué lloras?
- Soy una niña y llevo siete días aquí metida, aquí encerrada. Me han castigado.
- ¿y quién te castigó, fue tú papá, o fue tú mamá?
- Fue mi padre.
- ¿y qué hiciste para que te castigara?
- Nada, bueno si. Sólo quería conocer la luz del mediodía, y una noche, no regresé a casa. Estuve tres días escondida, observando a mi padre, persiguiéndolo, admirando su luz, su color, esa fuerza que tiene, y sobretodo, saboreando aquel aroma de mediodía que jamás había olido.
- ¿y quién es tú padre, y porqué te ha encerrado en esta ánfora?
- Mi papá es el sol, y yo soy la luna. Y con el alma rota por lo que iba hacer, y la voz ahogada en un llanto, me dijo que este castigo era la única manera que él conocía para que yo comprendiera lo que había hecho. Quería enseñarme lo importante que soy y que yo no me puedo ir sin más dejando la noche sola. Me dijo, que sin mi luz, la noche desaparece en el olvido de los hombres, y el mundo, poco a poco, muere de tristeza. Y ahora lloro, y lloro porque mi padre lleva razón, porque después de siete días aquí en esta oscuridad, noto que mi corazón late con menos fuerza, y con más tristeza.
- ¿y de que manera te puedo ayudar querida luna?
- Pues si pudieras romper esta ánfora….
Y
colorín colorado, de nuevo la noche se ha iluminado….y este cuento
se ha acabado…!!
Besos y abrazos vecinas y vecinos. Espero veros pronto por este balcón abierto al aire fresco....